(1) EL TOQUE SILENCIOSO, de Krzysztof Zanussi.

LA INSPIRACIÓN DIVINA
Un producción anglo-suiza de Krzysztof Zanussi, ubicada en la Dinamarca de los años 70 que narra, básicamente, las relaciones entre un joven musicólogo vidente, un viejo compositor ya retirado y una guapa secretaria que devuelve al anciano su lozanía física y mental.
Conociendo la militancia católica del realizador polaco, habiendo dedicado un film al papa Juan Pablo II, no es de extrañar la óptica espiritualista y metafísica con que ha sido abordado el relato. El artista no será la persona que logra conjugar trabajo y talento sino el ser privilegiado que recibe la “inspiración” de un misterioso ser superior.
Así pues, los personajes del film no obedecen a motivaciones biológicas y psicológicas constatables sino que serán movidos por resortes trascendentes que determinarán el sentido de su existencia: los sueños indicarán el camino a seguir, el amor eterno y el sexo fugaz merecerán consideraciones distintas, se dan por ciertos los poderes parapsicológicos y las facultades curativas, las excelencias de la paternidad-maternidad harán perdonar el pecado…
Para compensar este indigesto menú espiritualista con una dosis de realismo, Xanussi hace alusiones verbales groseras al sexo, púdicamente mostrado por otra parte, y a la aerofagia del viejo músico. Pero la película sigue siendo igual de inverosímil, esquemática y superficial.
Para colmo de males, la sublime obra que compone el protagonista es en realidad una charanga de Wojciech Kilar, el responsable musical del Drácula de Ford Coppola, que plaga las siete notas iniciales de un conocido fragmento de El amor brujo de Falla.
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