(1) MR. JONES, de Mike Figgis.

LOCURA Y GENIALIDAD
El guión de Eric Roth y Michael Cristofer está pensado para el lucimiento personal del Richard Gere, que hace de simpático paranoico depresivo cuyo mayor delito son ciertas extravagancias y sus inclinaciones a intentar volar, recurso muy simplón como metáfora de ansia de libertad personal.
La historia oscila entre los momentos lúcidos y altamente expresivos del protagonista, pletórico de vitalidad, con las zonas sombrías de su personalidad, sus depresiones e internamiento en centros psiquiátricos. Para acabar de endulzar el tema, asistimos al enamoramiento mutuo entre paciente y doctora, no exento de riesgos profesionales, pero que acaba felizmente. Todo ello da como resultado un relato altamente previsible, con inevitables lugares comunes propios del género.
El mensaje final de Mr. Jones sería un canto a una determinada forma de locura, aquella que rompe moldes sobre lo definido como “normalidad”, y el triunfo del amor por encima de las barreras establecidas. Demasiado superficial y tontorrón.
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