(2) EL ALIENTO DEL DIABLO, de Paco Lucio.

CRÓNICA MEDIEVAL
Uno de los méritos del film es situarse al margen de las modas imperantes, el asumir un riesgo comercial cierto al abordar un relato ubicado en el medievo, con resonancias argumentales de El señor de la guerra (1965) de Franklin J. Schaffner, con el rigor y el ascetismo narrativos de Bergman o Dreyer, sin las dosis de morbo —el sexo y la violencia están sugeridos mediante elipsis— ni las concesiones melodramáticas que toda producción parece necesitar hoy para salir al mercado.
Estamos ante una aproximación culta y bastante respetuosa a la Alta Edad Media, destacando la cuidadosa ambientación y el rodaje en escenarios naturales, con actores de solvencia internacional y con una fotografía de Alfredo Mayo de notables valores estéticos que capta perfectamente los aspectos plásticos del paisaje. La época feudal, con la figura emblemática del cazador furtivo, aporta el trasfondo histórico del vasallaje, con la ausencia de cualquier derecho humano y la represión ejercida por los privilegios de la nobleza y el clero; todo ello como contexto inhóspito en el que se debe luchar por la supervivencia, tanto en los aspectos sociales como geográficos.
Pero el guión de Paco Lucio, Elías Querejeta y M. Gutiérrez Aragón es sin duda responsable de la perplejidad y de un cierto grado de insatisfacción que se sienten tras la proyección. En efecto, el relato no se decide entre la diversidad de estilos que van del drama realista a la crónica histórica y de la narración alegórica al cine de género. Hay un variedad de ideas y de estilos que acaba por provocar una palpable indefinición: es un film de aventuras pero se rechazan las convenciones de género que cohesionan personajes, sentimientos y relaciones espacio-temporales; se evita caer en esquematismos de buenos y malos pero, con escasez de diálogos, no se consigue un estudio en profundidad de la época, la sociedad o las psicologías de las gentes de aquel período histórico.
Creo que la película hay que verla como plasmación de una vieja leyenda, como una metáfora sobre la búsqueda incansable de la felicidad en una lucha continua por la vida, la libertad y el amor. Por eso la sucesión de secuencias no obedece tanto a la lógica narrativa naturalista como a una peculiar óptica poética.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.