(1) NUNCA ESTUVE EN VIENA, de Antonio Larreta.

CLAN ARISTOCRÁTICO EN DECADENCIA
Esta coproducción hispano-argentina viene a ser el equivalente porteño, salvando las distancias, de Regreso a Howards End (1992), aunque el escaso talento de Antonio Larreta haya echado a perder las posibilidades de un guión que hubiera requerido la pericia en cine “literario” de un James Ivory o un Luchino Visconti para llevar a buen término un relato finisecular, situado entre el siglo XIX y el XX, que ha reducido en gran medida la época a un decorativismo superficial en el que cobran más relieve dramático los objetos que el espíritu de unos tiempos pasados encarnado en unos personajes significativos y sólidamente construidos.
La estructura novelesca del guión no configura un relato cuya riqueza viene sustentada en la veriedad de los puntos de vista y en la lucidez crítica del realizador, sino que evoca casi siempre la simpleza y linealidad expresivas típicas del folletín latinoamericano.
El director va desgranando sin ritmo, cansinamente, una sucesión de secuencias mediante las cuales adivinamos más que compartimos el egoísmo, la hipocresía y la decadencia de la casta patricia bonaerense, su mimetismo respecto a la cultura europea, su arraigado conservadurismo y sus prejuicios de clase privilegiada, pero también su condición de víctima de unos intereses y unas pasiones que en vano intenta mantener ocultos.
Un film fallido, pues, que precisaba la mano de un realizador más experimentado y mucho más capacitado.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.