(3) WAITING, de Jackie McKimmie.

CUATRO MUJERES Y UN BEBÉ
La segunda película de la realizadora australiana Jackie McKimmie es una equilibrada mezcla de comedia y de drama en torno a una reunión de personas en un lugar y en un tiempo delimitados: en cierto modo un film coral en el que los diversos personajes van exteriorizando sus más íntimas contradicciones y frustraciones, evidenciando así la distancia existente entre propósitos y resultados, entre apariencias y realidades.
A través de cuatro tipos de mujeres —la traidora, la espectadora, la creadora y la testigo; según la definición de una de ellas, la pintora embarazada— el film es una revisión crítica del feminismo radical poniendo de relieve el fracaso de viejas utopías como son la comuna de estilo hippy, los métodos naturalistas que se revelan insuficientes y sobre todo la imposibilidad de un mundo sin hombres en el que las mujeres, de forma colectiva y solidaria, pueden llegar incluso a una maternidad sin paternidad.
En el fondo, aún sin una alternativa lésbica, lo que se debate entre muchas cosas como la posibilidad histórica de una revolución sexual, es la viabilidad de las llamadas “madres de alquiler”, un plan que en esta ocasión resulta fallido por razones tanto biológicas como culturales. La madre natural no puede evitar el afecto hacia el feto o el recién nacido y a la mujer estéril sólo le queda el recurso a los hijos adoptivos.
La película tiene momentos de gran belleza, especialmente cuando irrumpe la Naturaleza en la cotidianidad de los personajes. El agua se convierte en símbolos de vida, premonición del nuevo ser que va a nacer. Y lo que más interesa, desde luego, su postura antidogmática, su implícito rechazo de la militancia ciega y acrítica, lo que se expresa tanto por la presencia de hombres que pareciendo meras comparasas tienen una importancia decisiva, como por esa ruptura del estilo naturalista y lineal que es la inserción de fragmentos de la película que está rodando la cineasta feminista, con unos supuestos teóricos que la realidad acabará desmontando.
El único defecto del film, a mi juicio, es cierta confusión entre riqueza de propuestas y excesiva acumulación de signos. El resultado es una falta de pedantería que se agradece mucho, un relato ligero y aparentemente desenfadado, pero a cambio de un atropellamiento narrativo que dificulta una reflexión más serena y profunda.
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