(1) LA MATÉ PORQUE ERA MÍA (TANGO), de Patrice Leconte.

EL MARIDO QUE QUERÍA SER VIUDO
Me ha producido una gran decepción este nuevo film de Patrice Leconte, una comedia que se pretende ácida sobre las relaciones de pareja, de hombres y de mujeres, de matrimonio concretamente, y que por culpa de un guión evanescente y de unos personajes poco sólidos deriva hacia un terreno resbaladizo en el que prevalece la broma amable, al mirada misógina acerca de la mujer, considerada un simple objeto sexual además de tonta, caprichosa e infiel.
El alcance subversivo del cine de los Berlanga, Ferreri o Buñuel queda reducido en Leconte a un humor artificioso, literario, elaborado mediante una serie de frases ingeniosas y desvergonzadas creadoras de una filosofía de la vida cotidiana que conectan antes con el frívolo y superficial espíritu del vodevil francés que con una visión provocadora y amoral de la convivencia conyugal, aquella que podría elevar a la categoría de arte el asesinato de la propia pareja si ésta se convierte en una pesada carga. Véase Cómo matar a la propia esposa (1965), de Richard Quine.
Ya se sabe que la comedia es un género muy difícil de hacer, situado como está en ese terreno de nadie entre la fantasía y la realidad, entre la imaginación y la verosimilitud. Las pasiones de los personajes rezuman aquí convencionalismo por los cuatro costados y su juego perverso de gente ociosa suena a intrascendente cháchara de café. Lástima.
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