(2) DIARIO DE UN ASESINO A SUELDO, de Roy London.

LA AMARGURA DEL SICARIO
El planteamiento de Diario de un asesino a sueldo es a priori interesante, proponiendo una serie de cuestiones al espectador: ¿qué momento es el más adecuado para jubilarse un criminal? ¿Qué pasa por su mente cuando medita sobre su oficio? ¿Cómo puede vivir sin tener mala conciencia? ¿Pueden los sicarios dejar atrás su actividad así como si nada?
Dekker, un asesino profesional que nunca ha tenido remordimientos, empieza a resentirse físicamente. Cuando nota que la vista le falla y que su brazo ejecutor no responde igual que antes, piensa que ha llegado la hora de retirarse. Sólo necesita hacer un último trabajo, eliminar a la esposa de su cliente, para ganar el dinero suficiente y comprar el apartamento donde vive. Sin embargo, cuánto más se retrasa en la ejecución del trabajo más difícil se le hace llevarlo a cabo.
No cabe duda de que la película es ambiciosa, es decir, pretende ahondar en la psicología, las razones, las dudas y los comportamientos del asesino, mostrando al mismo tiempo la rutina de su trabajo y su modo de vida, solitario y desconfiado. En este sentido, Diario de un asesino a sueldo no carece de interés, como tampoco la mirada que se ejerce sobre los personajes y sus situaciones cotidianas y que no dejan de ser de una gran sordidez.
Hay también una aproximación pesimista a la psiquiatría, último refugio de un desesperado y amargado criminal, que tampoco le sirve de mucho. Hay, sin embargo, un giro dramático en el último tercio de la película. Es la larga secuencia del asesino encerrado en un horrible apartamento a medio rehabilitar. El asesino a ido a matar a la mujer y al bebé, pero duda: nunca ha matado a un bebé. La secuencia reseñada es la típica para el lucimiento de los actores, y para que, por medio de los diálogos, se establezca una dialéctica entre el criminal y la víctima.
Con el mismo guión pero mejor estructurado, tanto en su parte literaria como en la puramente cinematográfica, el film mejoraría mucho. Así y todo merece el visto bueno más que nada pr las buenas intenciones y por determinados momentos donde se plasma la soledad del asesino a sueldo.
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