(3) COMPULSIÓN / SWOON, de Tom Kalin.

EL PLACER DE MATAR
En Chicago, en 1924, dos jóvenes de la alta sociedad asesinaron friamente, sin motivo aparente, a un niño. Este suceso real inspiró a Hitchcock en La soga (1948), un brillante ejercicio de estilo sobre un suspense basado en un falso plano único y también tuvo una adaptación cinematográfica más fiel, una crónica judicial limitada por la censura en sus aspectos sexuales, en el film Impulso criminal (1959) de Richard Fleischer.
Tom Kalin, por su parte, ha elaborado un relato más completo en lo temporal y un análisis más profundo de los acontecimientos al apoyarse en el libro autobiográfico de uno de los protagonistas y en las crónicas de la época, así como al incluir la peripecia vital de los asesinos, condenados a cadena perpetua hasta su muerte años después.
Pero el realizador ha ido más allá de la simple biografía al esbozar una explicación psicoanalítica de un caos que escapa aparentemente de toda lógica y que hay que entender como una respuesta patológica personal a la irrupción de la alta cultura europea en Estados Unidos y más concretamente las aportaciones teóricas de Nietzsche y de Freud. Y así, del primero asimilaron el concepto de “superhombre”, el que está más allá del bien y del mal, es decir, la muerte de la ética en favor de la estética, lo que pasado por el tamiz del dandismo de los años 20 puede explicar la obsesión por el crimen perfecto. Del segundo, por otra parte, hay que tomar los instrumentos psicoanalíticos para explicar la relación homosexual de los protagonistas, una relación de dominio y de dependencia en la que el asesinato cruel y gratuito se convierte en un secreto compartido, en una boda simbólica, indisoluble, ante la inminente separación de la pareja.
Compulsión / Swoon es un producto independiente, un verdadero cine de autor en Blanco y negro, realizado con un presupuesto limitado pero con talento. Su capacidad de realismo y de análisis derivan de su estilo narrativo no naturalista: utilización de la primera o tercera persona, indistintamente, como ejes del relato; punto de vista alternante; frecuentes rupturas espacio-temporales; documentos de archivo; voz en off, etc.
Con ello, no sólo se examina con rigor el contexto sociológico de los años 20 USA —el boom económico, la pujanza de la moda y el jazz, la prohibición incumplida del alcohol, la primera emancipación de la mujer, la modernidad cultural, etc.— sino que se evita la habitual identificación afectiva del espectador con los personajes a los que se adora o se odia, facilitando así un distanciamiento que propicia la reflexión.
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