(3) HOMICIDIO, de David Mamet.

UN POLICÍA PERPLEJO
La tercera película dirigida por David Mamet se puede inscribir en el denominado «nuevo realismo USA», una especie de dramatización de la vida cotidiana que, a partir de los códigos narrativos del género policíaco, alcanza unos niveles de lucidez y penetración que logran superar tanto el humanismo metafísico de Brigada 21 (1951) de William Wyler como la violenta efectividad fascistoide de Harry el sucio (1971) de Don Siegel.
Un guión rigurosamente construido, con excelentes diálogos, una experta dirección de actores y un montaje a base de planos de corta duración para expresar con ritmo nervioso la paranoia que afecta a la mayoría de personajes, conforman un singular relato que, pese a todo, revela un punto de vista serenamente reflexivo y una depuración formal que rehúye toda concesión al efectismo gratuito.
El film traza un itinerario, físico y psicológico a la vez, del policía protagonista que de considerarse dotado de una probada eficacia profesional y de una intachable solidez moral, apsa a zambullirse en un universo de incógnitas, inseguridades y temores ocultos, en parte irracionales. La comisaría con sus despachos y pasillos, los barrios peligrosos, el coche patrulla y las casas de los ciudadanos son los escenarios donde se encadenan las dudas, contradicciones, complejos y errores de un policía que no es un superhombre, que pasa sin respiro a ocuparse de un caso u otro, y que se desliza permanentemente por el filo de la navaja que divide el Bien del Mal y que separa la ley del delito.
Una situación compleja en donde los prejuicios radiales y la xenofobia tendrán un papel decisivo en la angustiosa búsqueda de identidad del protagonista, un trayecto que es en realidad de catarsis personal en busca de sus raíces semitas y que le impele a delinquir en su lucha contra una organización neonazi.
Homicidio es un interesante film que quizá signifique un nuevo hito en el género: el policía ya no marca las reglas del juego social sino que es su víctima. A las neurosis de la profesión se unen el dolor y el escepticismo que, al final, definen la conciencia de fracaso en el terreno simplemente humano. David Mamet ha sabido plasmar estas cuestiones de forma sensacional. No se la pierdan.
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