(1) EL CUERPO DEL DELITO, de Uli Edel.

LA AMBICIÓN RUBIA
Un intento de superar las excelentes recaudaciones de Instinto básico (1992), ahora con buenas dosis de morbo sexual a cargo de Madonna, una especialista en sado-maso que mata para heredar de sus viejos y ricos amantes a base de polvos. La anterior relación entre policía y chica se transforma aquí en tórrido ligue entre abogado defensor y acusada de asesinato. Lamentablemente, del apasionante cine negro de los años 40 y 50 ya no queda rastro alguno: la ambigüedad moral ha degenerado en receta de laboratorio; Madonna no es Barbara Stanwyck y Uli Edel no sabe narrar como lo hacían Wilder o Preminger.
Superado el rigor censorial del Código Hays, el dinero y el sexo siguen siendo los motores de los personajes del thriller, pero las técnicas representativas del blandiporno no logran hacernos olvidar la sordidez de los antihéroes y la complejidad de las vampiresas que daban vida al glorioso cine negro de antaño.
El film se estructura mediante secuencias que alternan imágenes de un juicio con números de entrepierna tan sofisticados como artificiosos al estilo Emmanuelle. El mecanicismo se apodera del relato, la maldad resulta demasiado rebuscada y el erotismo parece sacado de las estanterías de un sex-shop. Para terminar, el que hace la paga o el criminal nunca gana.
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