(0) TIERNO VERANO DE LUJURIAS Y AZOTEAS, de Jaime Chávarri.

UNA IMPROBABLE SEDUCCIÓN
Se olvida con frecuencia que el glamour y la sofisticación de la comedia estadounidense de los años 30 obedecían a unas determinadas circunstancias difícilmente extrapolables a otros momentos históricos y a otras cinematografías. Una operación de mimetismo que ha realizado Jaime Chávarri en este film que rezuma artificio literario por los cuatro costados, seguramente debido a una adaptación servil en exceso de la novela de Pablo Sorozábal.
Y así, el encanto y verosimilitud que tenía La lectora (1988) de Michel Deville se transforma aquí, con unos elementos narrativos similares, en esnobismo y pretenciosidad con un Gabino Diego que no nos creemos como seductor con su verborrea culteranista, una madura Marisa Paredes que no funciona como sublime objeto de deseo y un Imanol Arias que deambula como un zombi en su papel de amante derrotado.
En estas condiciones las escenas eróticas, con cierto nivel de osadía en cuanto a destape, no parecen otra cosa que concesiones a la taquilla porque en ningún momento se ha sabido crear el necesario clima pasional que las justifique.
En resumen, una película a mi juicio totalmente equivocada y fallida.
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