(1) EL ÚLTIMO MOHICANO, de Michael Mann.

LA AMÉRICA COLONIAL DEL SIGLO XVIII
James Fennimore Cooper publicó en 1826 El último mohicano, novela que ha sido adaptada repetidamente en el cine, entre otros por George B. Seitz (1936) y por Harald Reini (1965). Novelista especializado en las luchas de frontera entre blancos e indios, el escritor estadounidense demuestra en sus obras unas buenas dotes de observación de la realidad pero también una visión de la Historia lastrada por un romanticismo excesivamente volcado hacia el individualismo, el sentimentalismo y el maniqueísmo a la hora de describir los conflictos humanos. Si a ello añadimos los convencionalismos del cine de género, en su vertiente más comercial, el resultado es esta nueva versión del citado libro que Michael Mann ha realizado.
Las luchas coloniales, a mitad del siglo XVIII, entre franceses ayudados por los indios hurones e ingleses por el dominio de las tierras canadienses engendraron un odio que todavía hoy se puede percibir por las calles de Quebec, pero que en la película se limita en gran medida a un esbozado enfrentamiento entre buenos y malos y, sobre todo, a un improbable romance entre la pulcra hija de un oficial británico y un joven blanco adoptado de niño por los mohicanos y que luce, en plena vida salvaje de las praderas, un look que ya quisiéramos para sí muchas estrellas del pop ídolos de quinceañeras.
Cine espectacular y de aventuras en busca de la taquilla que logra su objetivo a juzgar por los aplausos que un sector papanatas del público dedicó al film al aparecer sus iniciales títulos de crédito. El marketing, gracias a la agresiva publicidad de las multinacionales, sigue funcionando adecuadamente.
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