(1) SPOTSWOOD, de Mark Joffe.

REFLOTAR UNA EMPRESA
Producción australiana cuyo principal atractivo es la presencia de Anthony Hopkins, el oscarizado protagonista de El silencio de los corderos (1991) de Jonathan Demme, en el papel de analista de empresas contratado por el dueño de una anticuada fábrica de zapatillas abocada a la ruina. Ambientado a mitad de los años 60, el film refleja una época de crisis económica pero, lejos de la lucidez radical de un Ken Loach, aquí predomina un planteamiento edulcorado y sentimental de los conflictos sociolaborales.
La película hace una serie de consideraciones válidas sobre la dramática situación personal y familiar de los asalariados, pero con un tono “humanizado” que parece ignorar que el capital no tiene sentimientos sino sólo intereses. La toma de conciencia del protagonista y su solidaridad con los obreros condenados al paro supone un parche bienintencionado en medio de la cruda realidad: la lógica de los números es implacable, los empresarios paternalistas están destinados al fracaso, se impone una mejora de la productividad a costa de los trabajadores y sus derechos / condiciones laborales, la reconversión lleva aparejados sacrificios como despidos y el paro, etc.
Spotswood, ejemplo de cine social descafeinado, adorna toda esta problemática con amores juveniles, crisis matrimonial y confraternización entre clases sociales para terminar con una feliz reforma del negocio que a todos beneficia y contenta. Demasiado bonito para los tiempos que corren.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.