(3) JAMÓN, JAMÓN, de Bigas Luna.

EL “PAQUETE” NACIONAL
En unos tiempos en que la mayo parte del escaso cine español se inclina hacia la “qualité” de las asépticas adaptaciones literarias o hacia la “modernidad” de los guiños entre amiguetes, es decir, un cine light sin alcance testimonial ni crítico para no molestar a los poderosos o al inconformismo dominante, hay que agradecer la desmesura y la desvergüenza de un film como Jamón, jamón, un relato de características esperpénticas y surrealistas tributario, sin duda, de la obra de los aragoneses Buñuel y Saura, donde los tópicos de la España eterna aparecen articulados y dinamitados mediante un humor corrosivo y un sentido subversivo de las convenciones y los excesos del melodrama que nada tiene que ver con la autocomplacencia almodovariana.
Los personajes son arquetipos pero también símbolos de una España profunda en la que sexo y comida constituyen elementos fundamentales de la existencia cotidiana: el erotismo oral como placer y la ingestión de alimentos como metáfora de un gratificante deseo de posesión vertebrados ambos por una polvorienta carretera que une las dos Españas, la del moderno ordenador y la del castizo cerdo, aquí representadas por unos ricos industriales y por unos pobres que utilizan sus cuerpos en venta para prosperar.
Bigas Luna no se ha recatado nada a la hora de echar mano de todo el repertorio culinario tradicional de nuestra geografía —jamón, tortilla de patatas y cebolla, paella, olivas, etc.— y de una amplia iconografía relativa al ancestral machismo celtibérico —el emblemático toro de anuncio de un conocido coñac, finalmente castrado— para organizar una tremenda orgía en la que todo es devorado y donde tres parejas trenzan una complicada tela de araña de relaciones eróticas mediante la cual se reajuntan según dictan sus propias pasiones y no según recomiendan las convenciones sociales vigentes. Todo ello adecuadamente puntualizado o ironizado por los boleros que enriquecen la banda sonora.
No estoy seguro, como se ha afirmado, de que Jamón, jamón sea una plasmación del contraste entre la España mesetaria y la mediterránea, o una ilustración del choque entre las generaciones de los años 70 y 90. Si la España franquista era vista por Berlanga como una gigantesca “escopeta” nacional, Bigas Luna observa con enorme cachondeo la España actual como un “paquete” nacional lleno de sorprendentes contrastes, dominado por el sexo y el consumo, que se resuelven en un desmadrado final típico de folletín, aquí subversivo, donde desde una lectura freudiana cada cual busca y encuentra, más o menos inconscientemente, aquello que necesitaba: un padre, un hijo, una amante, la juventud perdida, la libertad o la promoción social.
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