(3) LA MISA HA TERMINADO, de Nanni Moretti.

UN CURA FRUSTRADO
A los siete años de su realización se estrena entre nosotros una película de Nanni Moretti —actor, guionista y director de quien, para nuestra desgracia, desconocemos parte importante de su obra—, La misa ha terminado, galardonada merecidamente en los festivales de Berlín y Venecia, que narra la crisis moral de un joven sacerdote al verse impotente para resolver los problemas de sus allegados. Si el buñueliano padre Nazario sufría en propia carne y espíritu las insuficiencias y contradicciones de la caridad cristiana aplicada a aliviar las miserias materiales del prójimo, aquí don Giulio se verá carente de los instrumentos pastorales adecuados para solucionar las necesidades psicológicas y afectivas de sus familiares y amigos.
El protagonista llega a Roma después de una larga ausencia sin percatarse de que el mundo ha cambiado: el dogma y la ética católicas, baluartes y guías firmes e inmutables durante siglos, se mostrarán desfasadas en una sociedad secularizada donde la libertad ha sustituido a la represión y donde la seguridad ha dejado paso al caos.
La impotencia para hacer el bien a los demás se traducirá en rabia e incluso en agresividad. Y lo que es más grave, la incomprensión de los nuevos valores dominantes, como el ansia de consumo y el placer del sexo, en ámbitos agnósticos o ateos, pondrán al descubierto los propios problemas del protagonista: su soledad, el dudoso sentido de su misión y la ayuda imposible a quienes rechazan sus viejas recetas, pura retórica bienintencionada pero ineficaz ante las modernas angustias existenciales. Y es entonces cuando surgirá la conciencia de que la atención a uno mismo es tan urgente o más que la dedicación a otros.
Cuando el diván del psicoanalista ha sustituido, en gran medida, al confesionario, don Giulio ya no sabe si lo que hay que reformar es el mundo, purificarlo o por el contrario es preciso inventar nuevas pautas morales para adaptarse a él y ordenarlo en lo posible.
El sacrificio y la entrega personales son, entonces, gestos heroicos pero inútiles ante la realidad de un mundo conflictivo plagado de conductas “desviadas” pero libremente asumidas: el cura secularizado y casado; la hermana soltera dispuesta al aborto; el padre de una joven amante que abandona el hogar; el suicidio de la madre; el hermano terrorista; el amigo homosexual… Entre la teoría y la práctica, entre la norma y la realidad, hay una sima infranqueable como demuestra ese viaje al “desorden interior” que es el film, un recorrido que pone en evidencia la angustia, el desequilibrio e incluso la sordidez dominantes y ante lo que el sacerdote opta finalmente por la evasión, por la formulación de una utopía consistente en marchar a una lejana región polar donde sí sea posible hacer el bien.
La misa ha terminado, conclusión real y metafórica del film, es una crónica costumbrista, heredera del estilo neorrealista, que está realizada de forma tan sencilla como admirable. Sus breves secuencias nos presentan y desarrollan las tribulaciones de los personajes con un rigor dramático que es fruto de una sabia combinación de drama, ironía y abundantes dosis de ternura. Estamos sin duda ante un “cuento moral”, más ácido y mucho más escéptico de los de Rohmer. De visión muy recomendable.
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