(2) EL PEQUEÑO TATE, de Jodie Foster.

UN NIÑO PRODIGIO
Se nota demasiado la inexperiencia de la galardonada actriz Jodie Foster, protagonista de El silencio de los corderos (1991), a la hora de ponerse tras la cámara para contar de un niño superdotado capaz de realizar complicados cálculos matemáticos, poemas, pinturas y ejecuciones musicales. un relato simple y lineal, sin suficiente dominio del ritmo ni de los resortes dramáticos expresivos que permiten la planificación y el montaje, origina sin embargo un acercamiento totalmente honesto y realista al problema de los llamados “niños prodigio”.
Aquí no hay explotación de sus cualidades para el espectáculo o el negocio, sino una postura crítica al subrayar las carencias de todo tipo de estos pequeños “monstruos” de la inteligencia cuyo equilibrio psicológico se halla seriamente alterado por la falta de condicionalidad espectante con que les rodea el mundo adulto.
Pese a la elementalidad del film, esta honestidad de planteamientos y su excelente banda sonora permiten verlo sin la sensación tan frecuente de estar perdiendo el tiempo.
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