(2) GRITO DE PIEDRA, de Werner Herzog.

LA MONTAÑA TRÁGICA
Del llamado “cine de montaña”, una mezcla de documental con aspectos dramáticos o mitológicos, existe un ilustre precedente en el cine alemán a cargo de Arnold Franck y de Leni Riefenstahl, que lograron con Tormenta en el Mont Blanc (1930) trascender la belleza de las nevadas cumbres alpinas mediante un canto al esplendor panteísta de la Naturaleza, destacando la dimensión épica de la escalada e imprimiendo un palpable regusto romántico wagneriano que ensalzaba el triunfo de la voluntad de unos héroes cuyo valor y decisión presagiaban la inmediata consagración de la ideología nazi.
Por su parte, Werner Herzog ha demostrado en varias ocasiones —Fitzcarraldo (1982), Donde sueñan las verdes hormigas (1984)— su preocupación ecologista a través de unas fábulas que son manifiestos de respeto por la Naturaleza y por la población nativa, protagonizadas por héroes idealistas en busca de quiméticas aventuras.
Grito de piedra decepciona en parte precisamente por la dificultad de engarce entre estas dos líneas apuntadas. la ascensión a Cerro Torre en la Patagonia, una aguja inaccesible de granito a 3.000 metros de altura, es planteada como un terrible desafío proefsional entre dos excelentes actores, tanto por la verticalidad de las paredes como por las duras condiciones ambientales de viento, frío y hielo. pero las bellas imágenes documentales, captadas a veces desde helicópteros, no impide apreciar la pobreza en la configuración de los personajes, la escasa atención prestada al esfuerzo de la escalada —sólo unos planos finales de la llegada a la cima, con el vencedor y el que queda colgado de la cuerda—, con la constatación hustoniana del relativo fracaso de la empresa al comprobar que el fan de Mae West ya se había adelantado a ambos.
Pero lo que más choca en el film es el contraste entre la óptica existencialista de Herzog, un cierto tono pesimista y fatalista, con la épica triunfalista tradicional en el género montañero. Y todo ello planeando sobre el relato una serie de tópicos a duras penas sorteados: la hazaña deportiva planteada como un concurso televisivo, la presencia perturbadora de la mujer entre dos hombres o el radical individualismo proyectado en una actividad que requiere una labor de equipo.
Sin duda el testimonio de algún escalador avezado vendría a disimular algunas de las dudas aquí planteadas.
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