(2) CADILLAC MAN, de Roger Donaldson.

NEUROSIS YANKI
Sin alcanzar el rigor satírico y la dimensión corrosiva del maestro Billy Wilder, Cadillac Man es una apreciable comedia que logra destacar, sin embargo, de entre la mediocridad generalizada del cine USA que nos invade. Las divertidas situaciones, ofrecidas en clave de humor, no impiden neutralizar el trasfondo dramático que late en las mismas, a pesar del exceso de caricatura que aflora en varias ocasiones y de un final feliz que uno no sabe bien si obedece a las imposiciones de la taquilla o a las existencias de la comedia. El film aprovecha su liviano argumento para trazar una irónica consideración en torno al ciudadano medio —aquí vendedor de coches— que pasa de los apuros laborales, económicos y familiares a convertirse, gracias a la TV, en héroe agasajado y solicitado por todos.
El interés sociológico del film parece evidente al tratarse de un relato coral, con multitud de personajes que van poniendo al desnudo las obsesiones, mitos y lacras de la sociedad estadounidense: la persecución del éxito y la fama, la precariedad del empleo en el “Primer Mundo”, las veleidades sexuales del macho donjuanesco, la crisis de la familia y la incomunicación entre padres e hijos, la violencia policial, etc.
Robin Williams ya no compone el arquetipo de hombre bonachón y empalagoso, sino el de un pícaro en la línea del Walter Matthau wilderiano. La cámara tiene una gran agilidad, al estilo reportaje televisivo en directo, y el ritmo no decae casi nunca, a pesar de la discutible construcción del relato, ya que la mitad o más de la película está ocupada por la secuencia del secuestro colectivo, llena de incidencias y bien resuelta narrativamente, pero quizá demasiado extensa en metraje.
Resumiendo, Cadillac Man es una cinta suficientemente entretenida, ideal para pasar un rato divertido.
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