(1) MALAS INFLUENCIAS, de Curtis Hanson.

CHICOS MALOS
Se ha perdido una magnífica oportunidad de realizar un film “negro” moderno, ambientado en una ciudad como Los Ángeles, donde los personajes no son ni totalmente inocentes ni del todo culpables y se debaten entre la significación moral de un mundo escindido entre día y nochem trabajo y placer, oficina y clubs privados, amor de pareja y aventuras sexuales ocasionales… Un universo de ordenadores y tarjetas de crédito, aparentemente sólido, que se desmorona con el choque entre el fáustico y brillante ejecutivo y el pícaro vividor, amoral y delincuente, que cual moderno Mefistófeles acaba robándole, ya no el alma, sí al menos todas sus posesiones.
Michael (James Spader) desea cambiar su monótona vida y su anodina personalidad, objetivo que le facilitará Álex (Rob Lowe), experto en aprovecharse de la vulnerabilidad de los demás, mediatne la liberación de toda atadura moral —violencia, sexo, drogas— que parece ser la fórmula adecuada para triunfar en un mundo poblado por tiburones pero no ha lugar para los débiles o los escupulosos.
Pero lo que en El hombre y el monstruo (1931) de Rouben Mamoulian, Extraños en un tren (1951) de Alfred Hitchcock o El sirviente (1963) de Joseph Losey era ambigüedad y complejidad en el retrato de los personajes, aquí se torna esquematismo, efectismo y, en buena medida, moralismo: el chico bueno seducido y pervertido por el chico malo, castigado finalmente tras el arrepentimiento del primero.
La crítica estadounidense ha insistido en la idea de cine “negro” al referirse a este film, pero sus similitudes con las grandes obras de los años 40 y 50 no pasan de una cierta crueldad y de una fotografía basada en tonos oscuros. No encontramos la fabulosa capacidad de síntesis narrativa de aquel admirable cine de antaño, ni los actores son capaces de perfilar sus personajes con cuatro rotundos gestos, ni hay puesta en escena entendida con una rigurosa relación expresiva entre actores, decorados y encuadres.
Malas influencias, como tanto thriller actual, no deja de tener un cierto tono light a pesar de un guión repleto de situaciones violentas, porque la superficialidad y la truculencia parecen ser las constantes estilísticas de multitud de jóvenes realizadores, obsesionados por la fotogenia, procedentes como son del terreno de la TV o de la publicidad.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.