(3) LOS FAVORITOS DE LA LUNA, de Otar Iosseliani.

LABERINTO DE LADRONES
La presente película obtuvo el premio del Jurado en el Festival de Venecia de 1984 y es el primer film del georgiano Otal Iosseliani que llega a las pantallas comerciales españolas. Se trata de una coproducción franco-italiana con un minucioso guión del propio realizador, diálogos escuetos de Gerard Brach y un detallísimo diseño visual previo al rodaje, que constituye una película extraña y bastante inusual por el estilo mucho más impresionista que analítico y que podría definirse como una especie de documento etnográfico sobre los habitantes de un barrio de una gran ciudad, en el que los conceptos de tiempo y de espacio se erigen en elementos fundamentales que permiten relacionar a una veintena de personajes mediante encuentros casuales o involuntarios, en una especie de encaje de bolillos o juego de rompecabezas de una rara perfección.
De este modo, Los favoritos de la luna puede inscribirse en el apartado de “cine coral”, no al modo de Berlanga que simultanea en el mismo plano los diálogos y acciones de multitud de personajes, sino apoyándose en la estructura de un guión confeccionado a base de numerosas escenas cortas donde una simple panorámica o el encuadre de los actores permite ir avanzando en la narración con la creación de nuevas situaciones.
Esta ausencia de estructura dramática cerrada al modo habitual permite a Iosseliani una amplia libertad para relacionar a los personajes y para alargar o terminar a voluntad la historia narrada, cuya complejidad en cuanto a elementos humanos y en cuanto a diversidad de acciones obedece, sin embargo, a unos criterios rigurosos que unifican el aparente caos del relato: por una parte, la delincuencia y la picaresca como profesiones que conectan a víctimas y verdugos y, por otra parte, la importancia que tienen los objetos como verdadero motor en el desarrollo de la narración, sin olvidar el humor como característica principal de la óptica con que son contemplados personajes y acciones.
Por ello, Los favoritos de la luna, a pesar de las dificultades que pueden encontrarse a la hora de identificar a los numerosos personajes y a la nula profundidad psicológica de los mismos, es un film peculiar y de indudable atractivo que debe muchas de sus virtudes a la precisión de las imágenes, al talento del montaje y a la consecución de un ritmo que nunca decae.
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