(3) LA CAJA DE MÚSICA, de Constantin Costa-Gavras.

EL CRIMINAL DE GUERRA
La incuestionable trayectoria fílmica del director de cine franco-griego Costa-Gavras, ejemplo paradigmático de un cine riguroso y comprometido con abundantes incursiones en la denuncia política, suponen ya una garantía ante esta aproximación al proceso de un ciudadano estadounidense sospechoso de crímenes fascistas en la Hungría ocupada por los nazis. Y esa garantía radica en la importancia que el film otorga a la memoria y a las implicaciones políticas de aquellos que ocultan, disculpan o simplemente le quitan importancia a los terribles hechos denunciados.
Así, un inmigrante húngaro (Armin Mueller-Stahl), afincado en los EE.UU. desde el final de la II Guerra Mundial, es acusado de ser un criminal de guerra nazi. Su hija Ann (Jessica Lange), una abogada de prestigio, convencida de su inocencia, decide ocuparse personalmente de su defensa.
Caja de música retoma las claves del cine de “procesos” y buena parte de su metraje está dedicada a los testimonios a favor y en contra de quienes pretenden reconocer al viejo fascista. Pese a que no logra evitar los inevitables convencionalismos del género, el realizador sabe transmitir una fuerte carga de ambigüedad moral, no sólo por las dudas que la hija alberga respecto al padre sino, sobre todo, por su paulatino descubrimiento de los horrores del régimen nazi.
El relato configura una contundente condena al Tercer Reich pero aborda con numerosos matices el papel de las agencias de espionaje aliados y las colaboraciones entre éstas y reconocidos jerarcas nazis, pasando por ambiguos comportamientos de los países del Este, constituyendo así una revisión de la memoria histórica oficial que no dejará indiferente a nadie.
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