(2) PASEANDO A MISS DAISY, de Bruce Beresford.

UNA VIEJA CASCARRABIAS
Adaptación de la obra teatral homónima de Alfred Uhry, Paseando a Miss Daisy es un tierno y emotivo drama que ha recibido 9 nominaciones a los Oscar de Hollywood, sin duda un exagerado reconocimiento por su constante apelación a la fibra sensible del espectador, configurándose un relato sobre la creciente y sincera amistad entre patrón y subordinado, en este caso una profesora jubilada de 72 años y su chófer afroamericano.
El film es un canto idealista a la lealtad y al cariño que parte de las “complicadas” relaciones entre una antipática anciana blanca y su amable empleado negro, narrado en un tono entre patético y sensiblero que elude los principales conflictos —ideológicos, raciales, personales, etc.— en beneficio de una manipuladora crónica de las esperanzas de la tercera edad.
Su principal defecto es el excesivo período de tiempo abarcado, que incluye los años 50 hasta los 70, hecho que permite el lucimiento de unas acertadas ambientaciones pero que no sirve al mínimo esbozo de apunte crítico.
Eso sí, se agradece la meritoria labor actoral de los intérpretes protagonistas, especialmente un Morgan Freeman y una Jessica Tandy que aportan profundidad psicológica a sus personajes y entablan un juego de réplicas y contrarréplicas bastante bien abordado.
En resumen, Paseando a Miss Daisy es un film de “buenos sentimientos” que enmascara y suaviza el extenso enunciado de contradicciones que conocemos de la realidad y que, por su origen escénico o por sus livianas pretensiones, reduce todo el conflicto al “simpático” tira y afloja entre señora y conductor. En este marco, el personaje del hijo, interpretado por Dan Aykroyd, sirve de botón de muestra del cinismo de la película, convirtiendo un frío y serio industrial en un sujeto comprensivo y generoso. Capra no lo hubiera hecho mejor.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.