(1) TAP DANCING, de Nick Castle.

REDENCIÓN A TRAVÉS DE LA MÚSICA
El tap dancing o claqué es un baile de origen estadounidense que alcanzó su esplendor en los años 30 y 40, inspirado en una música afroamericana fuertemente sincopada y que requiere una gran agilidad de piernas, caracterizándose básicamente por unos golpes secos que el bailarín da en el suelo con la punta y con el tacón de sus zapatos, pudiendo realizarse figuras de fantasía e incluso acrobáticas, pero valorándose especialmente la “limpieza” de la ejecución, es decir, la perfecta sintonía o contrapunto entre ritmo musical y movimiento de pies. Es el claqué un baile que, en su versión más pura y dura, ha sido patrimonio exclusivo de los negros, aunque también cabe destacar el estilo elegante y sofisticado del genial Fred Astaire, sin olvidar algunos números de las comedias musicales del Broadway clásico.
Tap Dancing pretende ser homanaje a este género de baile y un reconocimiento a los viejos “claquetistas” negros, retirados por imperativos de edad o barridos por la hegemonía del rock & roll y de otros ritmos comerciales de discoteca. Pero el guión está repleto de situaciones convencionales y los personajes carecen de la profundidad necesaria. Gregory Hines es sólo un discreto bailarín y Sammy Davis Jr. no está para muchos trotes. El protagonista es un expresidiario que se debate entre un modesto trabajo de friegaplatos y la vuelta a la delincuencia, decantándose finalmente por la redención a través del amor y de la música.
Melodrama sentimental en la línea de Fama (1980) de Alan Parker o Flashdance (1983) de Adrian Lyne, que nada tiene en común con los musicales clásicos y cuya mayor limitación radica en que pretendiendo ser una apología del tap dancing apenas lorga comunicar al espectador la magia de esa danza.
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