(2) ARDE MISSISSIPPI, de Alan Parker.

RACISMO SUREÑO
Bienvenido sea un film estadounidense que retrata el tema todavía no superado del racismo en el país de las oportunidades. Aunque aquí se plasme como telón de fondo de una convencional trama de intriga.
En 1964, en un pueblo sureño donde el racismo está profundamente arraigado y el Ku Klux Klan reivindica violentamente la supremacía blanca, tres activistas defensores de los derechos humanos desaparecen sin dejar rastro. Dos agentes del FBI, de caracteres muy diferentes, se harán cargo de la investigación.
El interés de Arde Mississippi se encuentra, por tanto, en el planteamiento y desarrollo de la historia en sí, que no es más que un policíaco que presenta una realidad espeluznante en la que las fuerzas vivas —policías, jueces, políticos— se empeñan en usar la ley para perpetuar la segregación entre blancos y negros y mantener la tradición racista. El testimonio de gente sureña, blancos empobrecidos en los que está profundamente arraigado el sentimiento de odio hacia los afroamericanos, enriquece el film y le aporta un grado de descripción documental muy interesante.
Acierto que puede hacerse extensivo a la composición de personajes. No hay rasgos heroicos en los protagonistas y a los antagonistas se les deja explicar sus razones. Destacan los personajes encarnados por Frances McDormand, ama de casa consciente pero incapaz de escapar de su situación, y por Gene Hackman, el ambiguo agente federal.
No obstante, es posible que Alan Parker, centrado en el armazón argumental del típico relato policíaco, se haya despistado a la hora de reflejar con mayor contundencia la marginación que sufre la población negra, a la que representa desde fuera, reduciéndola a rostros anónimos sin escarbar en las raíces sociales que la amparan. En fin, nadie es perfecto.
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