(1) BIG, de Penny Marshall.

CONVERTIRSE EN ADULTO
Dijo Oscar Wilde: “Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad“. Efectivamente, el célebre escritor y dramaturgo irlandés conocía muy bien la naturaleza humana. Tendemos a querer lo que no tenemos y lo que poseemos no lo valoramos lo suficiente, y en muchas ocasiones alcanzar un objetivo no sólo nos hace más felices sino que, además, puede ser contraproducente.
Esta reflexión ha servido de estímulo para concebir una historia con ribetes cómicos que gira en torno a un cambio mágico y repentino de la edad física del protagonista, con los consecuentes percances y gags originados ante un deseo satisfecho. Así, cansado de que las chicas no le hagan caso y de que sus padres le traten como a un niño, Josh desea ser mayor. Una noche, encuentra en una feria una vieja máquina que concede un deseo a cambio de una moneda. Sin dudarlo un instante, pide hacerse mayor. A la mañana siguiente, descubre en el espejo un cuerpo de adulto. La otra cara de la moneda serán los problemas y responsabilidades que debe asumir sin ninguna experiencia previa.
Pese a la sucesión de divertidos equívocos y un didáctico mensaje aleccionador destilado en un proceso de madurez acelerado, Big no alcanza la categoría de gran comedia por culpa de una interpretación un tanto exagerada de Tom Hanks y el recurso abusivo de un fácil sentimentalismo.
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