(3) CUATRO AVENTURAS DE REINETTE Y MIRABELLE, de Éric Rohmer.

CRÓNICAS DE LA VIDA COTIDIANA
El presente film se parece enormemente a anteriores obras de Rohmer y será inevitable repetir algunos conceptos ya expuestos en otras ocasiones. Aquí utiliza los mismos personajes en cuatro episodios situados, respectivamente, en una casa de campo, un bar, una estación de ferrocarril y una galería de arte. Se trata de un cine naturalista muy particular, realizado mediante una sucesión de “tiempos dramáticamente muertos” en el que básicamente importan las situaciones planteadas y desarrolladas a través de los diálogos, antes que la acción.
Es importante resaltar que Rohmer utiliza a sus personajes como una especie de cobayas de laboratorio mediante los cuales elabora una serie de reflexiones de carácter psicológico y moral en torno a la juventud y, por extensión, el mundo actual. Un mundo significativamente impoluto e incontaminado de conflictos graves, sean económicos, laborales o sexuales, lo que le erige en exponente de cineasta católico y conservador pero, eso sí, europeo y culto, muy alejado de las obsesiones de los meapilas hispanos, sólo preocupados por los pecados de la entrepierna y por las beaterías de estampidas. Y así, no es difícil encontrar en Rohmer un sólido bagaje filosófico que, arrancando del nacionalismo cartesiano, pasa por la rudimentaria fenomenología pascaliana, para desembocar en el existencialismo cristiano de Marcel o Bernanos.
La pasión y la violencia no hallan acomodo en el universo fílmico de Rohmer, lo suyo es la razón y el sentimiento, plasmados a través de una especie de docudramas estructurados en sucesivas fases: la exposición, la confrontación dialéctica y la reflexión moral.
El resultado es, meritoriamente, un cine vivo, fluido y que se sigue con interés, fruto de un inteligente equilibrio entre los planteamientos del guión y la improvisación del rodaje, suficientemente abierto para plasmar la visión del mundo del realizador y respetar el punto de vista de los actores/personajes.
Un cine sin duda atractivo y cordial, que parece simple y de fácil elaboración gracias a los planos de larga duración y a unos diálogos aparentemente espontáneos. Un cine que conjuga sabiamente la crónica cotidiana, algunos destellos de poesía y una dimensión trascendente que jamás resulta pedante o dogmática.
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