(2) GOOD MORNING, VIETNAM, de Barry Levinson.

RISAS Y LÁGRIMAS
La película destaca por la labor de un actor excelente (Robin Williams) y por la brillantez de sus diálogos, aunque la eficacia de su humor esté mermada por la versión al castellano de unos juegos de palabras difícilmente traducibles.
Por otra parte, Good Morning, Vietnam conjuga, a partes iguales, comedia y drama, siendo en su parte festiva una mezcla de Mash (1970) —el ejército y la guerra satirizada mediante chistes y paradojas— y de American Graffiti (1973) —la última noche del verano de 1962 los adolescentes de Modesto (California) quieren divertirse antes de afrontar sus responsabilidades como adultos, saliendo para beber, ligar, pasear, ir a la bolera o bailar un rato—.
El film narra las andanzas de un locutor de radio muy popular que da moral a las tropas combatientes con comentarios graciosos, incluso sarcásticos, y con música rock—. Pero frente a su exitosa labor radiofónica se alza la realidad de una jerarquía castrense que impone la censura para evitar la utilización de un lenguaje “de calle” y para que la música programada resulte menos agresiva o subversiva.
Good Morning, Vietnam alcanza un nivel de interés que, como ya es habitual, no puede rebasar debido a su planteamiento básicamente humanista, sin un análisis político y económico de lo que significa una guerra de liberación nacional y anticolonialista en el marco de una contienda civil.
Y así, la película se queda en una meritoria crítica al militarismo en su vertientes de ordenancismo, racismo, manipulación y reaccionarismo. El protagonista, lleno de buenas intenciones, hace lo imposible para acercarse al pueblo vietnamita —les enseña el argot estadounidense, el béisbol e incluso intenta enamorar a una bella nativa—, pero más allá de las convenciones e ingenuidades argumentales, lo realmente significativo es que en ningún momento el locutor se plantea la radical incompatibilidad entre sus ansias de amistad y su condición de ocupante no deseado, y mucho menos puede comprender el fenómeno terrorista del Vietcong.
Good Morning, Vietnam es un film que permite, pese a sus baches narrativos, pasar un rato entretenido y, a la vez, invita a la reflexión, aunque el alcance de sus propuestas sea, repito, limitado.
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