(2) TAXI AL CAIRO, de Frank Ripploh.

EL TERCER SEXO
Segunda película que nos llega de Frank Ripploh —berlinés, antiguo profesor de Instituto separado de la docencia por haber asumido públicamente su condición homosexual— después de la mucho más provocativa Taxi al W.C. (1981). Su esquema argumental no es original: un gay se casa con una modelo en paro para poder acceder a una herencia, complicándose todo por la presencia de un guapo vecino.
Como ya apuntamos en su anterior film, el principal mérito de Ripploh es el de hallarse tan lejos de la autocomplacencia como de cualquier atisbo de moralismo represivo. Sus agudas dosis de observación, el conocimiento de los ambientes, actividades y personalidad homosexual, le permiten elaborar un tipo de comedia donde las situaciones divertidas nunca pierden el sentido de la realidad.
Así pues, sin caer en la fácil parodia de las “locas” de cierto cine francés, pero tampoco en la intelectualizada trascendencia del trágico Fassbinder., Ripploh satiriza con buenas dosis de ironía la institución matrimonial, el clásico triángulo con celos, las relaciones del hujo con una madre dominadora, las modernas terapias sexuales, etc. sin que en momento alguno se aprecie en su discurso una voluntad de establecer tesis o de lanzar mensajes explícitos al espectador. Lo único que parece defender es la legitimidad del llamado “tercer sexo”, una condición sexual cuya sensibilidad permite entenderse bien con las mujeres, pese a la rivalidad ocasional que pueda surbir ante la presencia del varón.
Desgraciadamente, en su segunda mitad, la película parece perder el rumbo y la acción se estanca en una serie de secuencias que carecen del rigor y el nervio narrativo de los inicios.
Curiosamente, Rippolh se declara contrario a la etiqueta de “cine homosexual” aplicado en sus obras, de las que es productor, guionista, actor y director. Pero, evidentemente, como autor total, si tanto el tema como el punto de vista son exclusivamente suyos, ¿cómo hay que calificar su cine?
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