(2) INTERFERENCIAS, de Ted Kotcheff.

LA PASIÓN DE INFORMAR
Una nueva adaptación de la obra de Ben Hecht y Charles MacArthur, cuyos más ilustres precedentes son Luna nueva (1940) de Howard Hawks y Primera plana (1974) de Billy Wilder, una comedia centrada en el mundo del periodismo que aquí ha sido “modernizada” con inclusión de la información televisiva, el tráfico de drogas y la presencia de un Christopher Reeve (Superman) aquejado de vértigo y que no soporta las alturas.
Como se sabe, el meollo de la pieza es el conflicto entre el amor y la profesión, resultado vencedora ésta última en lo que constituye una apología de la pasión de informar al público y del compromiso ético del periodista con la verdad. Todo ello en clave de comedia y como vehículo para satirizar la pena de muerte, la venalidad de los políticos y las corruptelas profesionales proclives al sensacionalismo informativo.
Sin la perfección de la comedia de Hawks ni la ácida coherencia de la visión del mundo de Wilder, Interferencias destaca entre la mediocridad del cine norteamericano que nos llega a merced a un elaborado guión, unos actores brillantes, una aplicación realización de Ted Kotcheff —un artesano versátil capaz de dirigir films de interés como Vivir en la cumbre (1965), Despertar en el infierno (1971) o Pero ¿quién mata a los grandes chefs? (1978), a la vez que responsable de engendros fascistas como Acorralado (1982) o Más allá del valor (1983)— y una atractiva y funcional música de Michel Legrand.
Pero también es justo reconocer que algunas situaciones resultan forzadas, que ciertos personajes son poco verosímiles y que, en definitiva, especialmente en la segunda mitad, la acumulación de efectismos degrada en buena medida el nivel de calidad del humor y el exceso de caricatura diluye el alcance de la crítica social que se pretende transmitir al espectador. Unas limitaciones que, sin embargo, no impiden el logro de un producto bastante entretenido.
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