(4) LA OCTAVA MUJER DE BARBA AZUL, de Ernst Lubitsch.

UNA COMEDIA MAGISTRAL
Adaptación de una obra teatral de Alfred Savoir por los guionistas Charles Brackett y Billy Wilder, puesta en escena en 1938 por un Lubitsch cuyo estilo resulta inconfundible, en un film brillante y divertido en el que no sabemos qué admirar más: la ingeniosidad de los diálogos, la picardía que nunca cae en el mal gusto, la fuerza satírica sobre los millonarios norteamericanos y los nobles europeos arruinados, la fina ironía con que se describen las relaciones sentimentales, etc.
Lo más sorprendente del maestro Lubitsch es su capacidad para sintetizar el relato. El director de cine judío-alemán naturalizado en 1933 estadounidense sabía hacer como nadie lo que actualmente nadie sabe hacer: presentar sin demora a los personajes, definirlos mediante cuatro rasgos y meterlos en plena actuación. Pensemos en la secuencia de los grandes almacenes: Gary Cooper comprando “medio” pijama y su ligue con CLaudette Colbert. Intriga, humor, picaresca, sentimientos, sátira de la práctica comercial…
El título de la película es subvertido por el desarrollo de la comedia: en realidad el apuesto millonario es un falso playboy abandonado y explotado por sus mujeres, sus divorcios le cuestan una fortuna. La descripción de su incultura y vulgaridad y la del arribismo interesado de la familia aristocrática venida a menos lindan con la crueldad.
Ante tal desfile de talento y de sano humor, uno puede perdonar las abundantes transparencias del estudio que “cantan” en los fondos de muchos planos —hasta la llegada del Neorrealismo italiano las cámaras no salían a los exteriores naturales en los films de ficción— e incluso olvidar cierta rigidez interpretativa de Cooper o la ausencia de perversidad seductora de Colbert. Tras la retirada de Wilder, necesariamente hay que reconocer que ya no se escriben guiones así ni se dirigen comedias como ésta. Todos salimos perdiendo.
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