(2) STRIPPER, de Jerome Gary.

EXHIBICIONISTAS PROFESIONALES
Documental en torno a la vida privada y profesional de cinco bailarinas de striptease que quedan finalistas en el I Concurso de Striptease celebrado en Las Vegas en 1983. Estamos ante un relato reconstruido que recurre a la filmación en directo de una serie de actuaciones pero que entra en el terreno del docudrama de ficción al recrear ante la cámara escenas relativas a las actividades de las protagonistas y a sus confesiones sobre su vida personal.
El interés del film descansa en la ilustración que hace sobre los aspectos profesionales y humanos de las protagonistas, desmitificando en cierta manera esa aureola de “diosas de la sensualidad” en que se convierten arriba de los escenarios, al presentarse como personas corrientes cuya existencia ha sido golpeada por múltiples problemas —familiares, conyugales, económicos, etc.— y que se debaten dramáticamente entre la fama y la riqueza o la decepción y el fracaso.
Las strippers, por si alguien lo ignora todavía, son bailarinas cuyo arte radica en desnudarse progresivamente al ritmo de la música, quedándose en topless, es decir, sólo con un minúsculo tanga que les cubre el pubis. Su calidad y, por tanto, su cotización, dependerá de una serie de cualidades como son la belleza y elasticidad corporal, la armonía y sentido rítmico de sus movimientos, la capacidad de fascinación sexual de sus posturas y, evidentemente, el gancho espectacular de sus actuaciones.
En este sentido, la película nos informa suficientemente sobre las características de su trabajo, que inlcuso puede ser también vocacional desde el momento en que el desnudarse ante el público presupone no sólo el dominio de unos precisos recursos escénicos sino, además, unas dosis de exhibicionismo que convierten su labor en una forma de realización personal —algunas chicas, tímidas o con traumas psíquicos, se transforman cuando actúan y se sienten admiradas—. Pero no es menos cierto que el film no profundiza bastante en la condición de estas mujeres y en las características de su labor: se atisba que el consumo de drogas, la prostitución o la pornografía son los complementos de sus sustanciosos ingresos.
Así pues, da la impresión de que Stripper sólo nos cuenta una parte de la verdad, escamoteando los aspectos más prosaicos de este negocio del cuerpo, que también puede ser arte. La fotografia de Edward Lachman es impecable y la narración posee una fluidez que impide desentenderse de lo que muestra la pantalla.
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