(3) PASODOBLE, de José Luis García Sánchez.

CELTIBERIA SHOW
Un palpable desmadre esperpéntico y una óptica corrosiva en el retrato de la fauna hispana, dentro de las coordenadas de una obra coral que la emparentan con las anteriores del director como son Las truchas (1978) y La corte del faraón (1985) y que nos remite también a un estilo berlanguiano, sin duda todo ello muy condicionado por la presencia común del guionista Rafael Azcona, hace de Pasodoble un film repleto de situaciones sugestivas y variadas, poblado por una amplia galería de personajes.
Una película divertida cuya falta de énfasis y de retórica no logra esconder un discurso intencionado en el que, bajo un entramado argumental propio de la novela picaresca y una estructura narrativa aparentemente convencional no es difícil advertir una farsa radicalmente subversiva ubicada en una Andalucía de charanga y pandereta, y elaborada en torno al enfrentamiento entre ricos y pobres, con terratenientes estafadores y gitanos al asalto del palacio, en una singular y cachonda “lucha de clases” y pacto de sexos donde el museo ocupado se convierte en un espacio simbólico y campo de batalla que contrapone a privilegiados y desheredados, a moralmente reprimidos y liberados, con toda la parafernalia institucional del clero, policía, familia y propiedad privada puesta en juego por una filosofía típicamente celtibérica, es decir, emanada no del cerebro sino de la entrepierna.
Y así, pese a su carácter inequívocamente festivo, Pasodoble no es un film confortable, ni los tópicos discurren por unos cauces totalmente previsibles ni el desenlace es tan reconfortante como parece. García Sánchez ha realizado un trabajo meritorio, rodando con abundancia de planos generales y concediendo importancia a los segundos términos y a las acciones simultáneas. Pero la dificultad del estilo elegido, el de una obra coral, se hace palpable en ciertos baches narrativos, en la discontinuidad de las situaciones y, sobre todo, en la falta de profundidad o complejidad de determinados personajes.
No obstante, justo es reconocer que un reparto cuajado de magníficos actores ha hecho posible el logro de una película interesante, llena de detalles sugerentes y malévolos en la que la libertad creadora de los intérpretes no ha mermado el rigor y la contención de sus trabajos.
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