(2) HOTEL STARLIGHT, de Sam Pillsbury.

EL HOTEL DE LAS ESTRELLAS
Esta alusión poética al descampado como lugar donde pernoctan los vagabundos es la adaptación de una famosa novela neozelandesa de Grant Hinden Miller, una especie de Luna de papel (Peter Bogdanovich,1973) pero en clave dramática. Es un híbrido entre el llamado road movie y una modalidad de cine infantil, el centrado en las relaciones entre niños y adultos.
Pero aquí se añora la complejidad e incluso la perversidad de títulos como Los contrabandistas de Moonfleet (Fritz Lang, 1955) o Viento en las velas (Alexander MacKendrick, 1965), inclinándose antes el film por la pulcritud, la linealidad y la elemental sentimentalidad de relatos como Marco, de los Apeninos a los Andes, incluido por Edmundo de Amicis en su novela Corazón, publicada en 1886.
Nos hallamos ante un producto correctamente realizado pero que no llega a despertar un excesivo entusiasmo: una fotografía hermosa, unos actores correctos, una historia atractiva… que no dan como resultado una gran película porque ni el lirismo, ni el dramatismo ni la aventura rebasan aquí el nivel del “cine anécdota”, es decir, esa artesana y aplicada descripción externa de los hechos que no consigue profundizar en el interior de los personajes y mostrar su evolución.
El contexto de 1930, con las secuelas materiales y morales de la Gran Guerra y la Gran Depresión, se nos presenta como un asfixiante telón de fondo social, más intuido que realmente sufrido, en el que situar la marginación y la rebeldía de los protagonistas frente al orden establecido.
Anarquismo vital que la muchacha diluirá con el reencuentro del cariño del padre y que al fugitivo de la justicia le impulsará a buscar en Australia la libertad amenazada. Una separación dolorosa pero también, sin duda, un desenlace feliz.
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