(2) WALL STREET, de Oliver Stone.

El cineasta norteamericano Oliver Stone se ha erigido, merecidamente, como una figura destacable dentro del ideario liberal adoptando una postura crítica en la defensa de los derechos civiles contra el abuso de las instituciones corruptas, ejerciendo la crítica desde un cine comprometido en su contenido y académico en sus formas.
En este caso le toca al mundo de las finanzas recibir sus dardos, retratando con un afán casi documental la trayectoria moral de su personaje principal, el joven y ambicioso agente de bolsa Bud Fox. El aprendizaje del protagonista, mientras va ascendiendo en ese mundo de la mano del “malo”, el magnate Gordon Gekko —”Si quieres un amigo, cómprate un perro”; “Esto no es una democracia, hijo, esto es un mercado libre”—, conllevará también la pérdida de sus viajes valores representados en la figura de su padre, un modesto sindicalista sin pretensiones materiales, y permitirá a Stone desarrollar todo su discurso sobre el poder, el dinero y el individuo.
Pero también un afán moralista marca las limitaciones del film. Porque será el paradigmático Fox el que se encargará de impartir justicia consiguiendo, a costa de su propia libertad, que Gekko sea al fin desenmascarado.
Cabe destacar la brillante interpretación de Michael Douglas y Charlie Sheen; la fotografía de Robert Richardson; la música de Stewart Copeland y la ágil planificación que crea un ritmo acelerado, propio de la actividad financiera.
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