(1) LOS HOMBRES DUROS NO BAILAN, de Norman Mailer.

LA VERDAD TRAS EL CRIMEN
Con dirección y guión de Norman Mailer, elaborado a partir de su propia novela, Los hombres duros no bailan es un intento de recreación del género negro poniendo en juego una serie de ingredientes básicos —violencia, sexo, droga, etc.— pero en una especie de ensayo de laboratorio literario que no halla su traslación adecuada y convincente al lenguaje fílmico, es decir, no conseguir la creación de un estilo genuino caracterizado por un “clima” que se ha venido a llamar “malestar específico”.
La película pretende jugar la carta del misterio y sólo alcanza a confundir al espectador mediante una acumulación encadenada de sorpresas ofrecidas mediante una sucesión de flashbacks a modo de hilo que va desenredando el ovillo de la intriga. Pero lo cierto es que el cine noir requiere una dirección de actores, un ritmo narrativo y unos diálogos que Mailer demuestra no dominar.
Se le puede aceptar su distanciamiento irónico, con un final feliz que parece más lúdico que propiamente cínico. Pero no su estilo elíptico y apresurado que sólo logra esquematizar más a los personajes y que sirve, más que para reforzar la dureza del relato, para poner en evidencia los artificios del guión.
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