(1) MUERTE EN EL INVIERNO, de Arthur Penn.

UN SINIESTRO DEBUT
Sorprende ver un producto tan convencional firmado por el otrora interesante y personal Arthur Penn, quizás en horas bajas, obligado a aceptar el encargo acuciado por el vencimiento de una letra o la carga económica de su reciente divorcio. Porque Muerte en el invierno es un film con elementos de intriga, suspense e incluso terror que se limita a encadenar una serie de clichés narrativos como resultado de la copia estereotipada de los hallazgos expresivos de ilustres antecesores. De Hitchcock principalmente.Cuando una aspirante a actriz consigue en el último minuto sustituir a
otra en una película de terror, cree que al fin ha encontrado la gran oportunidad de convertirse en una estrella. Sin embargo, una vez que se halla en una remota mansión con el equipo de rodaje, empieza a temer que quizá sea ésta la primera y última actuación de su carrera…
Las situaciones no siempre tienen una rigurosa lógica interna, subordinadas al golpe de efecto más inmediato y a veces se adivina su desenlace. El esquema del relato no es nuevo: mujer indefensa, encerrada en un lugar aislado, víctima de un minucioso plan que pone en grave peligro su vida. Pero lo que en otros buenos cineastas supone una base para enriquecer a los personajes, para plasmar una original puesta en escena o para sorprendernos con ritmos y montajes inquietantes, aquí nos da la sensación de un tinglado artificioso que a duras penas logra entretener.
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