(1) LOS ROMPECORAZONES, de Bobby Roth.

TRABAJO Y AMOR
La película, en clave dramática, pretende ser una crónica de las vivencias amorosas y de las trayectorias profesionales de dos jóvenes y apuestos treintañeros, un fabricante de ropa deportiva y un pintor, unidos por una fuerte amistad y, a la vez, enfrentados por una gran rivalidad. Los protagonistas son gente moderna y guapa y representan esas nuevas y brillantes profesiones en las que la sociedad actual sitúa el ideal del triunfo a temprana edad.
Los rompecorazones traza las trayectorias divergentes de ambos amigos: el fabricante de ropa se arruina y no acaba de encontrar el amor, mientras que el artista triunfa con sus cuadros y con las mujeres. Y hay una especie de moraleja sobre el éxito y el fracaso: la prosperidad se logra a veces a costa de la autenticidad de los sentimientos.
Bobby Roth ha intentado asimilar ciertos rasgos estilísticos implantados por la Nueva Ola francesa, que fueron vanguardia, hoy plenamente integrados en la narrativa más convencional: fraccionamiento espacio-temporal, psicología mostrada a través del comportamiento, etc. Pero una cosa son las fórmulas y otra su aplicación práctica. Aquí el realizador demuestra escaso talento, por cuanto la sutileza requerida deviene superficialidad, los personajes carecen de profundidad y hay baches narrativos en los que el relato pierde fuerza e interés.
Y es que hacer cine “moderno” no consiste sólo en mostrar gente con profesiones de hoy y meter música disco en la banda sonora.
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