(3) LAS BOSTONIANAS, de James Ivory.

FEMINISMO: IDEAS Y SENTIMIENTOS
Las bostonianas es el segundo film de Ivory basado en las novelas de Henry James (1843-1916), considerado por muchos especialistas como el mejor escritor norteamericano del siglo XIX. El primero había sido Los europeos (1979). El buen gusto y la sensibilidad del cineasta, una cierta frialdad narrativa que nunca es estéril academicismo, conforman un estilo lleno de rigor y de lucidez en el que la aparente serenidad de las formas esconde siempre una fuerte crispación interior. Su puesta en escena, por ello, se basa fundamentalmente en la ambientación —decorados y vestuario— y en una dirección de actores llena de matices.
En Las bostonianas, novela editada en 1886, se establece un triángulo de personajes —la madura feminista, la hija del curandero y el joven escritor sin fortuna— cuyas complejas relaciones vienen determinadas o enmascaradas por la tupida red de instancias en la que se mezclan y confunden la ideología, los sentimientos y los intereses. Feminismo, amor y dinero. Y así, la solterona redentorista (Vanessa Redgrave) es una reprimida, posiblemente lesbiana, dominada por los celos; la jovencita (Madeleine Potter) se debate entre la fidelidad y el agradecimiento a su educadora que la promociona socialmente y el amor hacia el apuesto escritor (Christopher Reeve), en una ambigua situación de dependencia —económica y afectiva— al tiempo que predica la emancipación femenina frente al papel de esposa sumisa; mientras que aquel intuye lo enfermizo de la situación pero sólo puede ofrecer a cambio el matrimonio tradicional. Y ante todo este caos, como mudo testigo, surge la figura de la doctora, la única lúcida y verdaderamente emancipada de la historia, pero a costa de haber renunciado al amor.
Magnífico film que retrata las contradicciones de la sociedad bostoniana de finales del siglo XIX, en el que la búsqueda de la verdad y la felicidad se convierte en una empresa imposible por culpa de la cobardía de los personajes, que no se atreven a mirar la vida como es, que emplean toda clase de coartadas y justificaciones para mantener las apariencias y respetar los convencionalismos heredados del pasado y que ya no van a servir en los nuevos tiempos que se avecinan. Una sociedad, en suma, basada en ritos y en ceremonias cuyo máximo exponente sería el himno nacional estadounidense, cuyos acordes suenan en dos ocasiones.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.