(2) LA PEQUEÑA TIENDA DE LOS HORRORES, de Frank Oz.

UNA PLANTA ASESINA
Primero fue la película de Roger Corman de 1961; después un musical de Howard Ashman y Alan Menken estrenado en el Off-Broadway; y ahora ha sido adaptada esta pieza escénica por Frank Oz, realizador especializado en la animación de muñecos cuya interesante opera prima Cristal oscuro (1982) fue publicitada como la única película de acción real en la que no aparecía ningún humano, siendo premiada en 1983 con el gran premio a la mejor película en el Festival de Cine Fantástico de Avoriaz.
El resultado es un divertido film, mezcla de números cantados y escenas dialogadas, con escenarios “realistas” y otros estilizados, con transiciones desde una óptica naturalista a otra más fantástica, procurando una difícil síntesis estilística entre lirismo, sátira y terror.
Los aspectos terroríficos —una rara planta alienígena carnívora que pretende conquistar la Tierra, que enriquece al propietario de una floristería pero también siembra la muerte a su alrededor— están muy matizados por el humor mediante una visión fuertemente caricaturesca de los personajes. Los actores son estupendos, la realización técnica es impecable y la música es la apropiada para conjugar gancho comercial con fidelidad a una época. El film configura, en ese sentido, un entretenido homenaje al género fantástico de serie B.
Lo mejor de La pequeña tienda de los horrores es, sin duda, el capítulo de los efectos especiales. Un auténtico hallazgo es esa planta carnívora asesina pero simpática e inteligente, que va creciendo hasta el apocalipsis final, donde en medio del pánico generalizado el cineasta se permite una broma macabra: las pequeñas plantas, dispuestas ya a extenderse por el planeta, cantando a coro como si de una cursi película de Disney se tratara. Un buen rato garantizado.
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