(3) BAJO EL PESO DE LA LEY, de Jim Jarmusch.

EL LENGUAJE COMO INCOMUNICACIÓN
Jim Jarmusch estudió cine en la Universidad de Nueva York bajo el magisterio de Nicholas Ray; colaboró en los guiones de Carretera asfaltada en dos direcciones (Monte Hellman, 1971) y Pat Garret y Billy el niño (Sam Peckinpah, 1973); y su obra cabe adscribirla al denominado “cine independiente USA”, caracterizado en su caso por un control total de la producción, el uso de la fotografía en blanco y negro, rechazo del star-system, el rodaje en escenarios naturales, el protagonismo de personajes vulgares y socialmente marginados, y cierta influencia del cine europeo de autor.
Bajo el peso de la ley sólo costó un millón de dólares y en él podemos apreciar tres partes diferenciadas: un prólogo-presentación de los personajes, fragmento caracterizado por el uso de elipsis temporales además de una descripción de la ciudad; la estancia en la cárcel, donde llega el tercer protagonista; y la fuga por los pantanos de Louisiana, secuencias en las que se recurre a los “tiempos dramáticamente muertos”, con un exasperante estiramiento del tiempo real.
Pero el atractivo y la originalidad de Bajo el peso de la ley derivan del inconfundible estilo de Jarmusch, con una afortunada integración de diversos elementos e influencias: la objetividad de un relato que se apoya en planos generales y de larga duración; una mezcla insólita de crónica negra y de comedia con ribetes surrealistas; un poco cinéfilo que refleja su admiración por films ambientados en el sur estadounidense de Ray, Renoir, Le Roy o Ford; una dirección de actores modélica, capaz de obtener de los intérpretes una naturalidad que no es sino el fruto de una meticulosa labor de composición; una fotografía excelente, con empleo de filtros para destacar toda una gama de grises; unos encuadres rigurosos, de gran expresividad, cuyas imágenes en gran angular resaltan los elementos más significativos y, para terminar, una música sugerente capaz de crear con sus esporádicos fragmentos todo el clima desolado requerido por el relato.
Bajo el peso de la ley es susceptible de múltiples lecturas: retrato de unos seres perdedores, la inmoralidad de los procedimientos policiales, un testimonio de admiración por los clásicos del cine de gángsteres y de aventuras… pero a mi juicio hay una cuestión fundamental: la dificultad de comunicación entre seres humanos. Aquí la utilización del argot americano, del italiano y del inglés literario dan lugar a unas escenas a la vez divertidas y patéticas. Es una de las pocas ocasiones en que el cine nos permite contemplar la importancia del lenguaje en la comunicación interpersonal y en la integración de los individuos en grupos más amplios. Un film que vale la pena ver.
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