(3) TRES SON MULTITUD, de Rajko Grlic.

SENTIMIENTOS E INTERESES
La buena impresión causada por Rajko Grlic en Sólo se ama una vez (1983), film premiado en una edición de la Mostra de València, ha venido a confirmarse con Tres son multitud, una crónica bastante amarga y pesimista sobre la vida en la Yugoslavia actual, que narra los avatares de un expresidiario que ha sido abandonado por su esposa y que encuentra refugio en el cariño de una joven obrera, tras ser encarcelado de nuevo por supuestas manifestaciones subversivas y lesiones a un político amante de su antigua mujer.
El film refleja un evidente malestar colectivo derivado tanto de las limitaciones materiales de la existencia cotidiana como de una desmoralización que parece representar la falta de ilusiones de un amplio sector de la ciudadanía.
La película está realizada con sabiduría cinematográfica: una dirección de actores impecable, una fotografía más que correcta, unos movimientos de cámara funcionales, un ritmo ajustado que no se recrea en las situaciones alargándolas innecesariamente pero que concede a las escenas la atención debida para que expresen su carga dramática.
Pero lo más relevante, a mi parecer, de esta visión desesperanzada de las condiciones sociales y políticas de un país que pretende ser una “tercera vía” entre socialismo y capitalismo, es el sutil análisis que realiza de las contradicciones entre sentimientos e intereses, es decir, cómo para sobrevivir o mejorar de estatus las personas deben traicionar o ahogar sus más íntimos y sinceros afectos. En este sentido, Grlic se muestra respetuoso con sus personajes y los observa con una mirada distanciada pero cargada de piedad.
Hay un entramado de triángulos amorosos en los que siempre hay alguien que sufre por desamor, un perdedor que es abandonado, mientras se ve obligado a conformarse con la gris realidad que le rodea, asumiendo resignadamente su propia frustración, en una cadena de relaciones compuesta, de arriba a abajo en la escala social, por un político propietario de una galería de arte, la esposa, el presidiario, la obrera y el guardián de la fábrica.
Que un film tan sensible como Tres son multitud y otros de su misma nacionalidad sean muy bien acogidos por el público yugoslavo, según nos confirmó Grlic, por encima incluso de renombrados títulos estadounidenses que allí se exhiben, nos llena de sorpresa y de admiración.
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