(3) LOS BALIZADORES DEL DESIERTO, de Nacer Khemir.

FÁBULAS Y LEYENDAS
Frente a las mascaradas pseudoorientalistas del cine de género hollywoodiense de los años 40 y 50, la tunecina Los balizadores del desierto se inspira en el más genuino sabor árabe, al modo de Las mil y una noches, recurriendo a fábulas y leyendas de transmisión básicamente oral, de forma paralela a como Mizoguchi nos mostraba las viejas tradiciones japonesas o John Ford recreaba la épica colonizadora del Oeste americano.
Y así, la película de Nacer Khemir, 1er premio en la VI Mostra de Cinema del Mediterrani, supone una mirada poética y nostálgica desde el presente hacia el pasado, en un salto temporal plasmado estilísticamente sin estridencias, en un intento de recuperar las raíces de una cultura secular amenazada y ahogada por el “progreso”.
La antigua ciudad invadida y casi sepultada por la arena del desierto es el lugar fantasmal, más allá del tiempo y del espacio reales, que premite construir esta hermosa fábula enhebrada de historias secundarias y de relatos encadenados, desde la huida de los jóvenes y los juegos de los niños a la añoranza de una lejana Córdoba, paraíso perdido adornado por fuentes y jardines.
El film nos es contado desde diversos puntos de vista, pero siempre lo “moderno” sucumbe ante la fascinación de lo tradicional: la lógica, el consumo y la productividad retroceden ante el misterio, la imaginación y el juego.
¿Una película reaccionaria? ¿Una sublimación lírica de la miseria y del inmovilismo? No me atrevería a afirmarlo. Digamos que Los balizadores del desierto aborda la realidad desde otro punto de vista. Aquí las contingencias sociales y políticas quedan trascendidas por la evocación de una serie de vivencias y de creencias populares profundas que constituyen un sustrato étnico y antropológico que nunca deberían destruirse u olvidarse.
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