(4) DÍAS SIN HUELLA, de Billy Wilder.

DIARIO ÍNTIMO DE UN ALCOHÓLICO
Adaptación cinematográfica de una novela de Charles R. Jackson que supuso la consagración definitiva del maestro Billy Wilder al lograr 4 Oscars en 1945: mejor película, mejor dirección, mejor actor y mejor guión , siendo definida en su época como “el diálogo entre un intelectual alcohólico y una botella de whisky”. En efecto, el film está narrado en 1ª persona sobre el proceso de degradación relatado por Ray Milland, el protagonista dipsómano, y pese a sus 42 años de antigüedad supera, a mi juicio, en rigor a otros títulos posterioes sobre la adicción a la bebida como Mañana lloraré (Daniel Mann,1955), Días de vino y rosas (Blake Edwards, 1962) o Bajo el volcán (John Huston, 1984).
Película magistral por varios motivos, entre otros por una fabulosa dirección de actores, por la fuerza expresiva de las imágenes, por unos diálogos concisos y ricos en matices, sin olvidar finalmente la estructura de un guión modélico que incluye un par de flashbacks pero que centra la acción en un largo fin de semana.
Y así, pese a un final esperanzado impuesto por la productora, en el que el alcohólico a punto de suicidarse es redimido por su novia y decide escribir sus experiencias, Días sin huella es una obra de una extraordinaria dureza y negrura, tanto física como moral, que deja al novel de “cuento de hadas” todas esas películas presuntamente realistas que el cine USA actual fabrica en serie como salchichas.
La intención generalizadora del testimonio de Wilder se hace patente en esas panorámicas sobre Nueva York que abren y cierran el relato, uno de los primeros en recurrir al rodaje en exteriores naturales, precisamente en las mismas fechas en que lo hacía el Neorrealismo italiano.
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