(4) ÁBRETE DE OREJAS, de Stephen Frears.

PASIÓN Y MUERTE
Stephen Frears ha adaptado la biografía que John Lahr publicó en 1978 del famoso autor teatral Joe Orton, joven iconoclasta y provocador de ascendencia obrera, una especie de Oscar Wilde en vulgar que conmovió los cimientos de la puritana sociedad británica de los primeros años 60 y cuya obra hay que conectar con los aires renovadores del teatro y del cine —Pinter, Osborne, Free Cinema— de finales de los 50.
La película gira narrativamente en torno a una agente literaria que comenta a un escritor la vida de Orton, a partir de sus propios recuerdos y de los datos hallados en el diario íntimo del difunto, mostrando en varios flashbacks la larga relación “matrimonial” entre el joven dramaturgo y Kenneth Halliwell, que inició al primero no sólo en la homosexualidad sino también en la creación literaria.
Y así, siguiendo un esquema similar al de Ha nacido una estrella (1954) de George Cukor, el film es la implacable crónica —desvergonzada y sincera, sin moralismos ni tópicos— de una peculiar relación sentimental, los celos amorosos y profesionales de un Kenneth, cada vez más neurotizado al sentirse postergado, ante el éxito de su amante Joe, hasta desembocar en el asesinato de éste y posterior suicidio de aquél, precisamente una semana después de que se despenalizara la homosexualidad en Inglaterra.
El ambiguo título inglés de la película puede traducirse fonéticamente tanto por “préstame oído” como por “vete a tomar por culo”, ya que constituye un auténtico revulsivo contra la hipocresía de una sociedad ante un tema tabú como el de las relaciones entre personas del mismo sexo, voluntad provocadora que se evidencia, por ejemplo, en la escena del “desvirgamiento” de Joe mientras la TV retransmite la coronación de la reina Isabel II.
Stephen Frears ha realizado una película excelente, mediante una dirección moderna en el sentido de fundir imperceptiblemente humor y drama, la sutileza y riqueza de sugerencias o el rigor expresivo de una narrativa que no elude los aspectos más escabrosos sin regodearse en ellos.
Desde Passolini y Fassbinder, nunca el cine había abordado el universo gay con tanta lucidez y dignidad, por lo que Ábrete de orejas, con sus provocadoras situaciones y contrarréplicas, puede considerarse como uno de los films más valiosos del año, recomendable para personas liberadas de prejuicios.
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