(1) COCODRILO DUNDEE, de Peter Faiman.

UN CAZADOR EN LA GRAN CIUDAD
Esta producción australiana que ahora nos llega ha sido todo un éxito comercial en Estados Unidos, convirtiéndose en una de las películas extranjeras más taquilleras de la historia del cine. En su país natal, de hecho, es el film más rentable, superando la saga Mad Max. Parte de su triunfo se debe a Paul Hogan, que también ha ejercido de guionista, un popular actor de TV que presenta su propio show.
Cocodrilo Dundee es un relato que mezcla comedia, romance y aventuras a partes iguales. La fama del cazador de cocodrilos Michael Dundee llega a oídos de Sue Charlton, una reportera de Nueva York que decide ir a Australia para visitarle y, una vez allí, le convence para que le acompañe en su viaje de regreso a Estados Unidos. Esta situación da pie para ubicar a los personajes en distintos emplazamientos, resaltando la descolocación del protagonista en un ambiente urbano del que es ajeno totalmente.
Así, la primera parte de la historia trascurre en lugares exóticos de Australia. Aunque no es nada original, sin embargo es la parte más amena del relato por el espíritu de aventura y la belleza de los escenarios naturales. De paso se hace propaganda turística del país.
La segunda parte, por el contrario, sucede íntegramente en Nueva York. Aquí se hace patente el contraste entre la naturaleza y la ciudad y todo lo que ello representa: la sabiduría e integridad del hombre que vive en la naturaleza frente la neurosis, la hipocresía y la corrupción moral de los urbanitas. Este maniqueísmo, además de superficial, es impreciso.
Pero además de realizar una apología del “buen salvaje”, Cocodrilo Dundee se decanta por el tono ligero de una comedia bienintencionada, presentando una sucesión de anécdotas chocantes en ambos ambientes. Exceptuando algún gag acertado, abunda la mediocridad. Lo mismo sucede con el romance de los protagonistas, en la que no hay gradación ni matices. El final es precipitado y refuerza el carácter gratificante de un film excesivamente esquemático: la periodista y el cazador se declaran su amor en un metro abarrotado de gente, la cual hace de intermediario ante la imposibilidad de ambos por acercarse.
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