(1) LA COSTA DE LOS MOSQUITOS, de Peter Weir.

HUIDA A UN PARAÍSO QUE NO LO ERA TANTO
Me ha decepcionado esta película de Peter Weir, que navega a la deriva sin inclinarse por el relato de aventuras en parajes exóticos, por el reportaje antropológico ni por la reflexión sobre la lucha del hombre para sobrevivir en plena naturaleza.
Basada en una novela de Paul Theroux, con guión de Paul Schrader —cineasta cuya trayectoria puede explicar quizá la incoherencia y escaso rigor del sustrato literario—, la obra puede calificarse como la explicitación del “final de la utopía”, aquella consistente en el imposible regreso del núcleo familiar a sus orígenes: la época de los pioneros, el trabajo manual, la colonización de tierras vírgenes… una vez constatada la falta de viabilidad de los métodos violentos para recobrar los ideales perdidos por la sociedad estadounidense.
Como punto de partida la idea era sugestiva, pero falla por la ausencia de un sólido punto de vista que dé coherencia a un relato repleto de ambigüedades y no sólo las derivadas del hecho de estar narrado por el hijo cuando el protagonista absoluto es el padre, encarnado por Harrison Ford. Y así, La costa de los mosquitos parece una mezcla caprichosa y oportunista de diversas referencias temáticas y estilísticas: el idealismo patriótico USA, las aventuras de Tarzán en la jungla, las peripecias de Robinson para sobrevivir, el cine colonial de misioneros fanáticos y malos de una pieza, la soflama ecologista, etc. para terminar en un alucinado periplo en donde un loco visionario lleva a los suyos a la destrucción.
Pero si desde un punto de vista crítica el film es discutible, como producto comercial me parece fruto de un error de planteamiento. Pese a cierta forzada espectacularidad, a la excelente fotografía de John Seale, los hermosos paisajes y la presencia de Harrison Ford, no convencerá a muchos que el héroe inicial se convierta en malvado de la función, que ponga en grave peligro a su familia y que finalmente muera tras ganarse el odio de sus propios hijos.
En suma, una película que ni gratifica los sentimientos, ni excita la imaginación, ni enriquece la inteligencia. Un film equivocado.
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