(1) EL PACTO DE BERLÍN, de John Frankenheimer.

HERENCIA ENVENENADA
Películas como Odessa (1974), Chacal (1973) o Los niños de Brasil (1978) debieron parte de su éxito comercial a la operación consistente en convertir la trascendencia de la Historia en la banalidad de la anécdota, en una ficción dudosamente verosímil, aunque repleta de trucos narrativos, a base de buenos y malos de una pieza, intriga y suspense, espectacularidad y violencia, con el tranquilizador triunfo final del Bien y la Justicia sobre las fuerzas del Mal.
En esta ocasión, una complicada trama de espías, con la consabida incertidumbre entre apariencias y verdades, arropa el imaginario complot de tres jerarcas nazis que, en 1945, dejan a sus respectivos hijos en herencia una cuantiosa fortuna, en apariencia para enmendar sus tropelías pero de hecho para fundar un IV Reich, una vez sembrado el caos mundial y necesitadas las masas de un caudillo salvador.
La lucha entre uno de los descendientes, estadounidense de adopción, arquitecto y demócrata, y otro de los vástagos, neonazi y pérfido asesino, compone el núcleo argumental de este film bastante alejado de la lógica, escasamente consistente y netamente convencional, que gracias al oficio del realizador Frankenheimer, de los guionistas Edward Anhalt y George Axelrod, así como de la fotografía de Gerry Fisher, logra entretener a ratos.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.