(3) DULCE LIBERTAD, de Alan Alda.

UNA LIBÉRRIMA ADAPTACIÓN
Alan Alda, asumiendo funciones de protagonista, guionista y director del film, ha demostrado su inteligencia para convertir un típico relato de “cine sobre cine” en una comedia brillante y divertida que, a la vez, supone una lúcida reflexión sobre las relaciones entre realidad y ficción, una ácida visión del momento actual del cine estadounidense y una aguda panorámica sobre las veleidades de las vivencias sentimentales y eróticas.
El choque entre un prestigioso profesor universitario de Historia y el director del film que se empieza a rodar, basado en el libro de aquél, sobre un episodio de la Revolución Americana —la guerra de la Independencia de Estados Unidos—, pone de relieve la incompatibilidad entre el afán científico de fidelidad histórica y los criterios temáticos imperantes en el actual cine USA, fundamentalmente destinado a los jóvenes: desafío a la autoridad, destrucción de la propiedad y presencia de desnudos.
Al mismo tiempo, actores, técnicos y habitantes del pueblo donde se rueda la película establecen una serie de relaciones personales en las que la vanidad y el erotismo son vistos desde una óptica especialmente irónica y distanciada. En este sentido, el desenfado y la vitalidad de Dulce libertad conectan antes con la obra de Lubitsch o Wilder que con la mitomanía y excesiva intelectualización de Truffaut en La noche americana (1973).
Alan Alda demuestra poseer una madurez que no imaginaba en quien sólo había dirigido otro film y una serie de TV —Las cuatro estaciones (1981) y M.A.S.H., respectivamente—, tal es la habilidad plasmada en la planificación, en el ritmo y en la dirección de unos excelentes actores, así como la sutileza evidenciada en la puesta en escena —momento en que la novia descubre a la amante por el modo de partir la coliflor— o la forma de subvertir la citada trilogía normativa del cine “comercial” —secuencia del rodaje en la batalla con extras locales que desobedecen al director—.
En suma, una agradable sorpresa, un film sensato en medio de la insensatez generalizada del cine norteamericano actual.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.