(1) BANDERA NEGRA, de Pedro Olea.

OFICIO NO ES ESTILO
Subvencionada por el Ministerio de Cultura y por el gobierno y la TV de Euskadi, Bandera negra se sitúa en esa “tierra de nadie” —tan habitual en el cine español— que abarca películas que han superado el calificativo de “subproductos” pero que no llegan a ser verdaderos films de autor. Son productos meramente artesanales, realizados sin riesgos ni afanes innovadores, para cubrir de forma diríase burocrática el expediente de una inversión ya rentable de antemano, en una operación de dudoso prestigio culturalista.
Bandera negra es una amalgama de diversos géneros como el cine social —paro portuario bilbaíno, despido injusto, empresario sin escrúpulos—, aventuras —viaje en barco a un imaginario país africano, clima de golpe de estado, encarcelamiento de la tripulación— y crónica negra —robo, contrabando de armas, asesinatos, venganza—. Lamentablemente, ninguna de estas líneas narrativas posee el gancho suficiente para captar el interés del espectador, que en momento alguno logra identificarse con los personajes —difícil resulta creer a Landa como capitán de navío mercante o incluso a Imanol Arias como simple marinero—, identificación que en el caso del cine de ficción equivale a verosimilitud y coherencia del relato.
El antagonista sigue fumando grandes habanos y bebiendo whisky en su despacho, es tramposo y explotador además de lujurioso, contrastando con la nobleza del viudo Landa y con la “normalidad” erótica del idilio entre el guapo Arias y la gélida Virginia Mataix.
Evidentemente, el estilo esplendoroso de los Huston, Walsh o Hawks no se consigue a golpe de decretos ministeriales o de ingentes cantidades de dinero. Pero creer que el actual cine español va “por buen camino” porque está correctamente realizado, porque no presenta fallos palpables de planificación, fotografía o montaje, equivale a afirmar que la genialidad de Cervantes o de Cortázar deriva de su escritura sin faltas de ortografía.
Frente al optimismo oficial, del que se hacen eco algunos gacetilleros sumisos, creo que la mayor parte del cine español que ahora se hace es académico, aburrido y corto de imaginación.
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