(2) FUNCIÓN PRIVADA, de Malcolm Mowbray.

LA MATANZA DEL CERDO
Un noticiario sobre la forzosa reducción de la dieta alimenticia y los preparativos de la boda de la futura reina Isabel sitúan la acción del film en la Inglaterra de 1947, en un pueblo de Yorkshire, donde el comer es para unos pocos un signo de elevado estatus social y para la mayoría una simple cuestión de supervivencia. Y así, la escasez de alimentos obliga al racionamiento de los productos, surgen las colas en las carnicerías, hay una rígida inspección sanitaria y policial e, inevitablemente, aparece la picaresca en forma de cría clandestina de cerdos.
En este contexto se nos presenta una particular “lucha de clases” con el enfrentamiento entre las fuerzas vivas privilegiadas de la localidad y una modesta pareja formada por un callista y una profesora de piano —una ambiciosa Lady Macbeth que aspira a codearse con la buena sociedad local—, antagonismo que termina en armisticio al convertirse unos y otros en cómplices involuntarios de la crianza ilegal de una hermosa cerda cuya matanza va a constituir una verdadera odisea.
La película es una sátira bastante corrosiva de la siempre aparente tranquila y equilibrada sociedad británica, como si a los típicos personajes de las apacibles comedias de la Ealing les hubieran inyectado una buena dosis de mala uva, lo que se hace patente en la descripción de la vida matrimonial y familiar, incluyendo ásperas referencias a la intimidad sexual.
Seguramente el cine españaol o italiano hubieran optado por un estilo mucho más esperpéntico —recordemos al personaje de Carpanta, el antihéroe de tebeo de nuestra posguerra—, pero en Función privada la aparente normalidad está dinamitada de forma tan sutil como contundente por unas situaciones y diálogos que no dejan títere con cabeza. Baste como ejemplo la escena final, el banquete en honor de la princesa Isabel, con el menú a base de cerdo de estraperlo, presidido por un diputado conservador y con el sueño arribista de la pianista al fin realizado, aunque sentada junto al WC, el peor sitio.
Magnífica labor interpretativa de Maggie Smith, Michael Palin y Denholm Elliot.
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